Siempre hay una primera vez para las cosas, nunca es la mejor, ni lo que se tiene pensado, pero siempre es especial. Recuerdo con nostalgia mi primer proyecto, ese que te ilusiona porque al fin te ves metido en lo que ansías, pero que a la vez te asusta porque te sientes perdido.
En mi caso se trató de un ejercicio más bien compositivo y de exploración. El objetivo era fijarse en una referencia artística, principalmente bidimensional, sintetizar los conceptos principales y a raíz de ahí experimentar con ellos hasta convertirlos en una arquitectura, que tuviese un crecimiento buscando el eje horizontal o vertical. Resulta curioso lo simple que puede parecer el ejercicio y lo desconcertante que resulta cuando te pones manos a la obra.
Elegí Paul Klee, pintor expresionista, del que me interesaron sus composiciones cromáticas, sus contrastes. Su disposición del claro/oscuro. Traté de establecer un orden en una de sus obras y aplicarlo a mi proyecto.
Me gustaría poder enseñaros los croquis pero no doy con ellos, lo único que conservo son los paneles:
septiembre 11, 2009
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